miércoles, 29 de julio de 2015

EL ULTIMO DE MIS EUCALIPTOS

             EL ULTIMO DE MIS EUCALIPTOS


                                                                          Por : Jorge Godoy 

                  
              La desgracia hizo muy bien su trabajo, un trabajo fino, delicado y hasta contundente. Y quiso muy bien ella que hoy yo pasara por una casualidad caminando por el mismísimo lugar adonde la ultima vez pude ver con enorme tristeza, que solo quedaba en pie un solo árbol de eucalipto; de una decena de mis eucaliptos tan espectaculares que estaban como una muralla gigantesca plantados allí, enfrentando a los vientos.  

            Puedo hoy orgulloso decir de ellos, que todos soportaron, vigorosamente erguidos, que fueron enormes danzarines al ritmo impetuoso de los cuatro vientos, que soportaron las heladas mas intensas de todos mis inviernos que yo recuerde y los calores mas agobiantes de todos mis veranos también. Recuerdo que fueron muchísimos años, un poco mas de cuarenta.

           Claro que el progreso, es el progreso, nadie puede refutarlo. ¿Quien puede oponerse al progreso? Que son cuarenta años para el progreso, que son para el mundo, no significan nada. Pero para mi un simple ser humano, significaron muchas cosas, y para los arboles de eucaliptos, plantas que no pudieron siquiera quejarse, debió haber significado muchísimo también.

           Solo había quedado uno sólito en pie, solitario el contra el mundo, contra el progreso, resistía, firme, aun de pie. Aunque hoy al pasar, pude ver que ni ese único ejemplar que quedaba, quedo. También fue historia, como dicen ahora los pibes de hoy, en ese su lenguaje moderno, un lenguaje que no alcanzo todavía a comprender bastante bien, aunque me adapto lo suficiente, con un gran esfuerzo, a estos cambios repentinos de la lingüística Castellana. 

           Igualmente mis arboles de eucaliptos quedaran para siempre guardados en un lugar hermoso, en donde la memoria guarda los bellos recuerdos de uno y también en la memoria de todos aquellos chicos traviesos e inquietos, los que jugaron inocentemente escondiéndose detrás de sus troncos gruesos o de aquellos que saltaron por encima de sus enormes raíces, de esas raíces gruesas que sobresalían enérgicamente de la superficie. También quedaran en la memoria de aquellas chicas y chicos que por primera vez, enamorados, tallaron en sus troncos los primeros corazones de sus vidas con sus nombres, allí nomas junto a alguno de esos enormes pies de aquellos arboles de eucaliptos.

          Ahora el lugar esta todo edificado, las calles todas asfaltadas, todo allí ahora es de cemento, a simple vista pareciera que todo aflora, que todo paso a ser un sitio de regocijo gracias a los compases del benemérito progreso. 
          Es lógico que para este mundo valdrá siempre mas una propiedad inmueble que un simple árbol de eucalipto. Con un árbol de eucalipto cuanto dinero se puede obtener, en cambio con una casa, vendiéndola bien se puede vivir durante un largo tiempo sin trabajar.

         Es una verdadera lastima, lo que podía haber sido hoy un enorme espacio verde, un pulmón para el barrio, ya nunca lo sera.

         Ahora cuando me invadan los resfriados y esas enfermedades respiratorias que por desgracia siempre existen, tendré que salir a preguntar a la gente si saben adonde hay, si es que hay, los mas cercano árboles de eucaliptos para traerme las hojas y hacerme vapores con ellos. Y cuando necesite la sombra de unos buenos arboles de eucaliptos como esos,  me tomare el tren y viajare 30 kilómetros o mas para encontrar algún lugar parecido a ese que el progreso logro eliminar para siempre.


                                                           FIN


Estimado lector, muchas gracias y hasta la próxima entrada