viernes, 27 de noviembre de 2015

CUENTO:JAIME, EL RELOJERO

      CUENTO: JAIME, EL RELOJERO


                                                de: Jorge Godoy      


       Mi amigo Jaime, el relojero, durante cuarenta años abrió su negocio puntualmente de lunes a sábado, a las nueve en punto. Era una relojería heredada de tío Adolfo, un inmigrante judío que había viajado a la argentina a probar fortuna allá por los años treinta. 

      A su lado aprendió el oficio, trabajando, por mas de veinte años. Hasta que tío Adolfo, falleció y Jaime quedo al frente del negocio. Recordaba siempre con mucha nostalgia, sus primeros pasos, aquellos primeros trabajos que le encomendaba tío Adolfo. Su primera tarea fue arreglar las mallas de los relojes pulsera con una maquina vieja de coser cueros, así paso mas de dos años, cosiendo mallas de relojes pulsera. Cosas, que tenia tío Adolfo. El, siempre quería que yo aprendiera el oficio, sabia decir Jaime, en rueda de amigos, sentados, a la mesa de un café de la vieja zona de Constitución.

    Después de cuarenta años, Jaime, decidió cerrar la relojería, porque ya no tenia mas trabajo. Ya nadie arreglaba relojes pulsera que funcionaban a cuerda. Hasta los relojes despertadores, que también funcionaban a cuerda, pudieron salvarse del enorme cambio que le propuso para esa época, la electrónica.
    Entonces, Jaime el relojero del barrio, se jubilo, allá por los años noventa, Jaime siguió compartiendo la rueda de amigos del café, todas las tardes, los últimos veinte años, con sus amigos comerciantes del barrio, el café de siempre, el de las siete hasta las ocho de la noche.

    Hasta que un día el viejo amigo, se nos fue. Jaime ahora debe estar en un lugar del cielo arreglando relojes a cuerda, esperando a que nosotros algún día vayamos a visitarlo, para ir otra vez todos juntos a compartir un café y algunos cigarrillos o para seguir charlando de nuestras cosas , como lo hacíamos siempre.

                                                             Fin




Estimados lectores, muchas gracias y hasta la próxima entrada.